lunes, 20 de diciembre de 2010

Las cosas que nunca harás

Ayer, hablando con mi hermana, me di cuenta (una vez más) de todas aquellas cosas que nunca podré hacer contigo. Que nunca podrás hacer conmigo. Lo he pensado miles de veces en los últimos cinco años, pero no sé por qué, ayer fui, de repente, mucho más consciente de algunas de ellas...

Nunca me viste licenciarme, ni empezar a trabajar.
Nunca fuiste a mi graduación.
Nunca volverás a hacerme tostadas para desayunar.
Nunca volverás a hacerme trenzas en el pelo.
Nunca cuidarás de mis hijos, ni me dirás cuándo tienen que empezar a comer...
Nunca vendrás todas las mañanas a mi casa a aconsejarme.
Nunca serás la abuela de mis hijos.
Nunca te veré el pelo de blanco.
Nunca te jubilarás.
Nunca iremos de viaje. Ni a los Sanfermines ni a ninguna parte.
Nunca te podré mandar una postal del país al que me vaya de vacaciones.
Nunca recibiré una llamada tuya. Ni podré llamarte yo.
Nunca volveré a discutir contigo. Ni por la hora de volver a casa, ni por nada más.
Nunca verás mi casa. MI CASA. Sea la que sea y esté dónde esté.
Nunca te podré invitar a café, a comer o a cenar conmigo.
Nunca conocerás a algunas de las personas más importantes de mi vida.
Nunca podrás descansar de toda una vida dedicada a trabajar.
Nunca te podré pagar todo lo que me enseñaste y todo lo que aprendí de ti.
Nunca un hijo mío podrá llamarte "Lala", como lo hacía mi sobrino.
Nunca te podré enseñar las fotos, los reportajes, o las entrevistas que hago.
Nunca volveremos a celebrar una Navidad juntas.
Nunca volveré a escucharte reír.
Nunca dejaré de pensar en todas las cosas que nunca harás...

Nunca digas nunca...