Al final me licencié. Y al final no estuviste aquí para verlo.
Un especial de los Sanfermines me recuerda que ya no estás. Que el día 7 es tu cumpleaños. Que no te pude llevar a verlos, a pesar de que te lo prometí.
El calendario marca lentamente el paso de los días, y los meses. E irremediablemente las peores fechas vienen a saludar. Desde mañana, hasta el 12 de octubre, se sucederán las unas a las otras. Recordando cuándo empezó todo y, por desgracia, cuando terminó.
Es el tercero. El tercer cumpleaños que no te veo. Que no te felicito. Que no te beso y que no te abrazo. Es el tercero. Y el mundo no se ha parado. No puedo regalarte una foto de mi orla para que la enmarques en el salón, ni hacerte un bonito regalo por tu aniversario. No puedo encargarle flores a la Lola para sorprenderte y embriagar la casa con su perfume. No puedo. No puedo hacer nada.
Y sigo con mi vida. Con mis líos, mis problemas, mis alegrías, mis enfados. Preocupándome por cosas absurdas, olvidando las importantes. Pero dicen que es la única manera de vivir. Yo, sin embargo, intento hacer que les creo. Intento hacer que el mundo tenga sentido cada día sin ti. Que graduarme importe, aunque no estés aquí. Que empezar a trabajar sea un gran paso, aunque tú no puedas verlo. Que escribir en un periódico o en internet sea lo bastante bueno para que te hubieras sentido feliz de leerlo.
Todos los días me pregunto si te sentirías orgullosa de mí. Si te gustaría la persona en la que me estoy convirtiendo. Si me sonreirías como lo hacías antes y si me besarías al llegar a casa. Si me contarías anécdotas de tu infancia y de mis hermanas. Si me echarías la bronca por comer mal o por llegar tarde. Me imagino como sería mi vida si nunca te hubieras ido.
Y es tan bella... Tan bella.
Feliz cumpleaños.