viernes, 12 de octubre de 2007

Agonía

Paseaba entre un cúmulo de nubes, ascendida entre montañas. Se encontraba rodeada de recuerdos, de sus lagunas nostálgicas. Nadie podía despertarla. Se había sumido en un estupor tan grande, que las voces le llegaban como lejanos susurros de amor en vano. Estaba perdida, en medio de un desierto de ilusiones, sumergida en un mar de vidas pasadas, de sueños lejanos. Se ahogaba. Abría la boca para respirar, pero se le llenaba de agua. En medio del desierto, su boca estaba mojada. Bajo el mar, su lengua estaba seca. Se asfixiaba. Se intentaba abrir paso de un lugar a otro, a veces a brazadas, a veces a zancadas. Se le llenaban los pies de arena, mientras los peces jugueteaban alrededor de sus rodillas. "Me hacéis cosquillas..." El viento revolucionaba su melena, al tiempo que las algas se enredaban en sus muslos. Cada vez avanzaba más despacio, se enganchaba en cada roca, en cada duna, en cada coral de agua. Se ahogaba. Decidió cerrar los ojos y coger impulso. Desde lo más hondo de su ser, deseó salir a flote, deseó abandonar la sequía de su desierto. Dobló las piernas, saltó hacia arriba... Una medusa salió a su encuentro, mientras se pinchaba con las hojas afiladas de un pequeño cactus. Abrió los ojos. Estaba en casa, tumbada, llorando sobre la cama...

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