"Se cayeron las hojas de los árboles, ya secas, ya marrones, como si de un frío invernal se tratase. Pero el sol brillaba alto, calentaba a fuego lento las miradas de los enamorados. Se dio cuenta de que no era invierno, ni tan siquiera otoño.
Las hojas abandonaban las ramas de su hogar. Pero no por frío, ni por viento. Sólo por deslealtad".
Las hojas abandonaban las ramas de su hogar. Pero no por frío, ni por viento. Sólo por deslealtad".
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