viernes, 12 de octubre de 2007

Sentir, soñar

Casi podía sentir sus brazos rodeándola. Como dos fuertes cadenas que la ataban a la vida. Aquel efecto tranquilizador que tenían sus ojos, cuando la miraban fijamente, como si pudieran traspasarla. Sus labios mullidos. Como dos finas almohadas que acolchaban sus tímidos besos. Sus manos cuadradas, que se perdían jugando con sus dedos a cada minuto de sosiego.

Casi podía sentir todo eso y más. Pero la realidad le jugaba malas pasadas, y le costaba abstraerse. Dejar la mente en blanco... Nunca supo como hacerlo. Tumbarse y cerrar los ojos, dejarse llevar por la imaginación o el recuerdo. Le costaba horrores. Cada vez que lo intentaba acudían a su memoria todas las preocupaciones típicas de la edad adulta. O medio adulta. Demasiadas cosas que hacer, y demasiado poco tiempo para pensar, para sentir, para dejarse llevar. El mundo nunca la había brindado tantas oportunidades como entonces. Y, sin embargo, se sentía incapaz de verlas todas. De saber diferenciarlas. De decidir por dónde continuar su vida y de escoger hacia dónde encaminar su destino.

Precisamente por eso. Porque no sabía cerrar los ojos. Que gesto tan sencillo y tan difícil. Cerrar los ojos. De hecho, lo hacemos cientos de veces por minuto. Pero cerrarlos, y mantenerlos así, como pegados, era tan complicado... Bueno, excepto cuando dormía. Pero ella no quería dormir. Quería cerrarlos para soñar despierta, quería sentir sin vislumbrar el exterior. Quería mirar hacia dentro de sí misma, en lo más hondo de su ser, para encontrar todo aquello que había ido perdiendo con los años. Para recordar tardes al sol sobre la arena, y noches en vela sobre la acera. Para volver a sentir sus dulces manos acariciándola, como lo hiceran la primera vez, rodeándola, como si se fuera a perder. Enredándose en su pelo, como las plantas que crecen enroscadas a los árboles...

Tomó aire. Se tumbó. Cerró los ojos y esperó. Esperó a que todas aquellas imágenes se sucedieran una a una en su mente. Se calló. Se durmió.

...

...

Sonó el despertador

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