sábado, 27 de octubre de 2007

La odio

La odio.
Con sentido o sin sentido.
Con razones o sin ellas.
La odio.
Con motivo y sin motivo.
Según razone o explote.
Odio que exista.
Odio que exista ella y no ella.
No razono.
No tengo por qué hacerlo.
La odio.
Aunque sea medio lela.
Aunque se ría a carcajadas.
Odio verla cada sábado.
No quiero verla nunca más.
Lo odio.
Odio este mundo.
Odio esta vida en vez de la mía.
Quiero que se calle.
Que se marche.
Y que a cambio vuelva ella.

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domingo, 21 de octubre de 2007

Cualquier tiempo pasado fue mejor

No podemos ser los mismos que éramos cuando teníamos 17 años. Pero sí que podemos ser los de ahora con 21.

Hay veces que pienso que es verdad. Que el paso de los tiempos no podrá con nosotros, que podemos recuperar aquella inocencia que perdimos. Que podemos volver a ser los mismos, pero siendo distintos.
Hay otros días que no. Que me levanto sabiendo que nada será nunca igual. Que podemos engañarnos fingiendo ser lo que ya no somos, pero nunca será real.
El tiempo es un cruel verdugo. No sólo nos ha hecho madurar si no que ha matado nuestras ganas de soñar.
Quizás no ha sido el tiempo. Quizás es la pena que nos acompaña por los errores pasados o por las desgracias vividas.
Quizás es que nací para estar triste. Quizás todos nacimos para estar tristes. Y los escasos momentos de felicidad son tan breves, tan difusos, que se diluyen en nuestra memoria. Aunque sepamos que hemos estado siempre tristes, siempre nos engañamos pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor...

Su piel es de terciopelo.
Y sus ojos son de caramelo (por eso me gusta tanto besarlos...)

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martes, 16 de octubre de 2007

Donde quiera que fueras...

El mundo es más pequeño desde que te fuiste...

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...adonde quiera que fueras.

domingo, 14 de octubre de 2007

Mermelada

Aquella noche se durmió llorando. Con un manto de color plata a la espalda. Con el reflejo de la luna sobre su cara. Si hubiera alguna manera de retroceder el tiempo...
Cuando despertó hacía frío y él no estaba. No sabía exactamente donde había ido, pero algo le decía que no iba a volver. Se habían cansado de luchar. Cada noche con la almohada y cada día consigo mismos. Esta vez la discusión había sido demasiado fuerte para pasarla inadvertida. Esta vez no podrían volverse a despertar con una sonrisa y abrazarse sin sentido hasta olvidarlo todo. Esta vez no había vuelta atrás.
Se levantó. Recogió su ropa desperdigada por el suelo, y se vistió. Cerró los ojos y respiró por última vez el aroma de su cuerpo, que aún impregnaba la habitación.
Sobre la mesa había una nota escrita en color malva:
"Lo siento. No pude más."

Sus labios son del color de la mermelada.
Y su boca sabe a fresas con nata.

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sábado, 13 de octubre de 2007

Recién llegada

Acabo de llegar nueva a la ciudad. Me he mudado de mi antiguo hogar (snaf17.spaces.live.com) y he venido en busca de mí misma. He traído conmigo mis cajas, llenas de antiguas historias, y voy a verterlas aquí, en medio de la nada.
He venido a encontrar mi sitio, mi alma, y mis sueños, que se perdieron en algún lugar de mi añorada pubertad. Puede que nunca los encuentre, pero al menos he salido a buscarlos.
Decidí ser alguien nuevo. Mejor. Decidí volver a ser yo. Volver a creer en la poesía y la prosa, escribir por gusto y a menudo. Recordar que empecé a hacerlo por afición, y no por profesión.
Quizás me reencuentre con mi musa. Quizás encuentre una nueva. Sea como fuere, he venido a quedarme.


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viernes, 12 de octubre de 2007

¿Quién soy?

Supongo que no es fácil explicar quién soy. Como no es fácil explicar lo que me pasa. Porque a veces, a determinadas horas, en determinados momentos, me duele la tripa. De nervios. De miedo. No es fácil explicar cómo es mi vida. La de pensamientos que bombardean diariamente mi cabeza. La de cuestiones absurdas que me planteo mientras viajo en metro o espero el autobús. A veces reflexiono sobre la muerte. Otras, sobre la vida.

Hace ya tiempo que creo que pensar es una maldición. Nos diferencia de los animales, y nos hace infelices. Merma nuestros instintos, y obstruye nuestros sentidos. Demasiadas horas de pensar al día pueden ser dañinas para la salud. Consulte a su farmacéutico. A veces creo que todo sería más fácil si no me cuestionara mi existencia a cada segundo. Si no psicoanalizara a la gente con cada gesto. Si no juzgara cada cosa que veo. Sería todo más fácil si pudiera limitarme a soñar. A soñar sin caerme al suelo, sin que se quebrase el cántaro de leche. Si pudiera abstraerme de la realidad. Quedarme para siempre en la cama, o estar riéndome siempre a carcajadas. O un extremo, o el otro. Pero no los grises. Ni las tonalidades oscuras. Sólo blanco o negro. O mejor, colores pastel. Empalagosos. Como el aire de otoño. Cargado de hormigas voladoras, agua, y frío.

Pero no es así. Por alguna extraña razón me gusta pensar. Y autoflagelarme pensando. Me gusta recrearme en las cosas que me hacen daño, en un vano intento por castigarme. Me tiembla el pulso. Me lloran los ojos. No puedo ni leer una noticia de una muerte sin que un escalofrío me recorra todo el cuerpo. No sé lo que me pasa. No sé por qué no puedo evitarlo. Por qué llego a cada sitio huyendo de mí misma, fingiendo ser alguien que no soy. Fingiendo que no me pesan los párpados cada vez que los abro por la mañana. Cada vez que estoy sola. Y como una autómata pongo una falsa sonrisa en los labios para deleite de aquellos que ni se fijan en mí.

Quizás sean las fechas. Quizás sea la edad. Quizás el hecho de que es mi último año de Universidad. Pero creo que va más allá. Es algo que está dentro de mí. En ocasiones siento que he nacido con la nostalgia más agudizada que el resto de los mortales, y la melancolía como estandarte personal. Como si no hubiera manera de pararlo nunca. Como si mi única manera de existir fuese llorando. Recordando. Creyendo. Soñando. Como si no fuese capaz de valorar las cosas del presente y solo supiera pensar y repensar en aquellas que perdí.

Suspiro. Me callo. Miro para otro lado. Aquí no ha pasado nada. Yo no os he contado nada.

No me importa...

No me importa despertarme a las cinco de la mañana si con ello puedo dormir dos horas entre tus brazos.
No me importa que te vayas a las 11 porque madrugas si he podido disfrutarte todo el día.
No me importa que me hagas de rabiar, porque siempre lo compensas con un beso.
No me importa que me cojas en tus brazos con ademanes de tirarme al suelo, porque sé que nunca me dejarás caer.
No me importa que tengas las uñas largas, porque me gusta jugar con ellas.
No me importa que no te peines, porque tú me despeinas cada vez que me abrazas.
No me importa que cortes mal el pavo, porque siempre me haces un sandwich de queso.
No me importa que no me compres cosas caras, porque me dedicas canciones y entradas.
No me importa no poder quedarme en tu casa, porque siempre podremos ir al paraíso a estar solos.
No me importa donde esté ese paraíso: a veces bajo tu edredón, a veces bajo el mío.
No me importa que parezca que somos despegados. Es porque nos gusta echarnos de menos.
No me importa que me estreses, porque a veces me da el punto y lo hago yo.
No me importa que me convenzas para ver el baloncesto, porque yo también te obligo a ver mis series.
No me importa que ya no estemos en el principio. Lo que importa es que no tenemos final.
No me importa que hoy haya llovido todo el día, porque me parecen los días más románticos del mundo.
No me importa nada de todo eso, porque lo que me importa eres tú...

Sentir, soñar

Casi podía sentir sus brazos rodeándola. Como dos fuertes cadenas que la ataban a la vida. Aquel efecto tranquilizador que tenían sus ojos, cuando la miraban fijamente, como si pudieran traspasarla. Sus labios mullidos. Como dos finas almohadas que acolchaban sus tímidos besos. Sus manos cuadradas, que se perdían jugando con sus dedos a cada minuto de sosiego.

Casi podía sentir todo eso y más. Pero la realidad le jugaba malas pasadas, y le costaba abstraerse. Dejar la mente en blanco... Nunca supo como hacerlo. Tumbarse y cerrar los ojos, dejarse llevar por la imaginación o el recuerdo. Le costaba horrores. Cada vez que lo intentaba acudían a su memoria todas las preocupaciones típicas de la edad adulta. O medio adulta. Demasiadas cosas que hacer, y demasiado poco tiempo para pensar, para sentir, para dejarse llevar. El mundo nunca la había brindado tantas oportunidades como entonces. Y, sin embargo, se sentía incapaz de verlas todas. De saber diferenciarlas. De decidir por dónde continuar su vida y de escoger hacia dónde encaminar su destino.

Precisamente por eso. Porque no sabía cerrar los ojos. Que gesto tan sencillo y tan difícil. Cerrar los ojos. De hecho, lo hacemos cientos de veces por minuto. Pero cerrarlos, y mantenerlos así, como pegados, era tan complicado... Bueno, excepto cuando dormía. Pero ella no quería dormir. Quería cerrarlos para soñar despierta, quería sentir sin vislumbrar el exterior. Quería mirar hacia dentro de sí misma, en lo más hondo de su ser, para encontrar todo aquello que había ido perdiendo con los años. Para recordar tardes al sol sobre la arena, y noches en vela sobre la acera. Para volver a sentir sus dulces manos acariciándola, como lo hiceran la primera vez, rodeándola, como si se fuera a perder. Enredándose en su pelo, como las plantas que crecen enroscadas a los árboles...

Tomó aire. Se tumbó. Cerró los ojos y esperó. Esperó a que todas aquellas imágenes se sucedieran una a una en su mente. Se calló. Se durmió.

...

...

Sonó el despertador

Historia de una vida

"En mi pasado encuentro todo aquello que me hizo feliz. ¿El mundo era mejor? Hubo una época en la que sí. Yo tenía 17 años, y todos los sueños por cumplir...

Cuando llegaba a casa ella estaba conmigo. Me sonreía, me besaba, cuidaba de mí. Y yo entonces, sin darme cuenta, me encerraba en mi santuario, en mi habitación, que no eran más que cuatro paredes llenas de recuerdos e ilusión.

Tenía 17 años. Adoraba a mis amigos. Eran ellos. Exclusivos, únicos. Éramos todos. Éramos uno. Ahora, aunque algunos se han alejado de mi camino, los recuerdo con cariño.

Tenía 17 años y conocí el amor. Llamó a mi puerta cuando menos lo esperaba, cuando ya creía que el amor no estaba hecho para mí. Dulce, cariñoso, sincero y tímido. Mayor, pero un niño. Guapo y atractivo. Soñador. Como yo. Tenía los pies en la tierra. Me hizo volver a soñar, a confiar. Sentí la pasión encadenarme a sus brazos. Sentí el amor en lo más profundo de mi ser. No podía concentrarme en clase, ni verle todo lo que hubiera deseado. Creía que era difícil. Pero lo difícil vino después.

Soñé a su lado, le estreché entre mis brazos y él lo hizo de igual modo siempre que lo necesité. Nunca me falló.

Pasó el tiempo y yo crecía. Dos años, y la Universidad. Un mundo diferente se abrió ante nuestros ojos. Éramos adultos. Al menos, yo empezaba a serlo.

Lloré. Temí la muerte y lloré. Y él me acompañó. Todo fue un mal sueño que, meses después, se hizo triste realidad. El dolor y las lágrimas acudieron a mi alma, a mi llamada. La piedad, la justicia... Apelé a ellas, pero el Tribunal de la Muerte dictó sentencia. Y la perdí. La noche de un miércoles hace casi 2 años. Se fue. Prácticamente, entre mis brazos. Y yo entre los suyos.

Y todo cambió. Dejaron de existir mi casa y mi santuario. Se murieron con ella. Y con ella, mi antigua vida. Me mudé. Me llevé mis recuerdos envueltos en cajas a un nuevo lugar que debía aprender a llamar hogar. Pero que nunca llegaría a serlo en verdad.

Y crecí. Más que por fuera, por dentro. Tuve que madurar de golpe a fuerza de palos. Como siempre había hecho.

Se acabó la felicidad. No creo que nunca me vuelva a buscar. Los problemas adolescentes dejaron de existir. Llegó la realidad.

Volvió a pasar el tiempo. Volvió a cambiar mi mundo. Llegó el último año de carrera, y el futuro se empezó a cernir sobre mis hombros. Tenía miedo. Un porvenir incierto, a medio camino entre los estudios y el trabajo. ¿Qué iba a hacer ahora? Demasiado mayor para esconderme bajo las sábanas. Demasiado pequeña para aprender de la nada.

Y tenía 21 años y llegó el mañana. Y tenía 21 años y me dormía arropada. Y reía y cantaba y saltaba y bailaba y lloraba y temía y soñaba y crecía y besaba y abrazaba y acariciaba y gritaba. Y tenía 21 años, y un libro en blanco que rellenar con mi historia".


Basado en un escrito del 17 de abril de 2006

¿Cambios?

¿Yo también habré cambiado?
Ha cambiado tanto a mi alrededor que sería ingenuo creer que yo he permanecido inmutable.
Tal vez fui la primera en cambiar.
Tal vez la última.

¿Por qué cambiamos?
¿Por qué no seguir siendo unos críos con ganas de comerse el mundo?
Añoro mi infancia, mi juventud y mi inocencia.
Añoro haber sido consciente del sueño en que vivía, y no haberle sacado más jugo a la vida.
Añoro a mis amigos y a mis niñas.
Añoro mirarme al espejo y saber que soy yo misma, con defectos, con antojos.
Añoro no creerme perdida...

Algún día

Algún día escribiré algo grande. Algo que merezca la pena ser leído y recitado. Una estrofa, un verso, una palabra, un libro entero. Algo por lo que podrás recordarme cuando no esté. Algo que compense mis años de escribir a oscuras, en el silencio de una habitación al otro lado de la calle, en el barullo de un nuevo cuarto en este lado del parque.

Algún día escribiré algo que explique cómo eres. Qué describa lo que significas y a qué sabes. El aroma de tu cuello y el tacto de tus labios. Sabré entonces resumir en pocos versos todo aquello que nos une, y evocar, sin apenas tiempo, mil millones de recuerdos. Contaré cuántos brillos tiene tu cabello, y cuántos besos sabes dar en un momento.

Algún día escribiré sobre política o cultura. Redactaré crónicas, noticias. Escribiré con la serenidad que dan los años, y con la terquedad de quien sabe lo que quiere. Viajaré al fin del mundo buscando una exclusiva. Lucharé de un bando u otro en una guerra. Explicaré por qué hay que creer en la justicia, y defenderé a capa y a espada un mundo imposible.

Algún día volveré a creer en mi misma. Y entonces sonreiré al ver tu rostro, al sentir que el viento arrastra una voz amiga. Escribiré cartas a la vieja usanza, y vomitaré historias de tanto haber leído. Pediré deseos a media noche y susurraré palabras de amor de madrugada. Como cuando era una niña. Como cuando aún creía en las hadas...

Verano

Camino por las calles creyendo saberlo todo. Como si el tiempo no me hubiera enseñado nada. O como si me lo hubiera enseñado todo. Con una banda sonora resonando en mi cabeza me recorro las montañas, el parque, las calles o mi casa. Esta casa. Camino buscando nada. Y no encuentro nada. Es así como los años nos han enseñado a volar. Con los pies sobre la tierra y las alas escondidas. Para que nadie las vea. Para que nadie nos hiera.

Miro a mi alrededor y todo es distinto. Puedo ver las películas que veía de pequeña, o leer los libros que leía de niña. Pero no puedo volver a ser la misma de entonces. Y, a pesar del cambio, el paisaje que se ve desde mi ventana permanece inmutable. Yo, que lo conozco desde hace tantos años, sé que ha cambiado, minuciosamente, en pequeños detalles. Bancos que ya no están donde estaban, árboles que se han plantado, o lagos que se han vaciado. Columpios que se han mudado, o conciertos que se han evaporado. Es la huella de la agujas del reloj, que nunca se detienen, ni cuando andan hacia atrás.

El verano trae a mi memoria sensaciones agridulces, de siestas bajo una sombrilla de playa, y paseos sobre las rocas. Un camping gas, una tienda de campaña. Paella. Ser consciente del paso del tiempo, echar la vista atrás y recorrer con la mirada los caminos que antes te llevaban a tu casa. Y que ahora no conducen a ninguna parte. Ser consciente de eso te hace ser consciente de todas las cosas que has perdido y que has ganado. De todo lo que nunca has tenido y de todo lo que mañana puedes tener. Suena interesante, y divertido. Como si de este modo no desaprovechases nunca el tiempo. Pero no es verdad. Te pasas la vida pensando en lo que has vivido, malgastando lo que estás viviendo, y soñando lo que vivirás mañana.

Y el mundo no se paró

Este mundo es demasiado pequeño. Se me escapa de las manos, se me pierde entre los dedos... No puedo abarcarlo todo, y siento que se me escapan cosas, que me pierdo momentos, vidas enteras, suspiros. Quisiera reencontarme con lo que un día fui, y sentirme ametrelleada por las balas de la melancolía. Sentir que me estás esperando en el sofá, cuando nadie más me habla. Sentir que nunca se acabó nada. Saber que aún consultas cada noche con la almohada.
Pero sé que ya nunca volverás. Que el tiempo sesgó tu tiempo, y el mío, por defecto. Que el mundo no se paró, aunque debería haberlo hecho. Y a mí solo me queda escribir versos como estos, en noches como éstas, mientras sueño que vienes a golpearme la puerta, pidiéndome que me duerma...

Mejor me quedo aquí

Si pudiera volver a escribir con la inocencia de los 17 años escribiría una historia de amor. De ésas que solo conciben las mentes adolescentes, llenas de ruido y de sueños.
Si no me hubiera olvidado de volar, surcaría los cielos y dejaría muy lejos el mar, para que nada me angustiase. Como si fuera un pájaro, rumbo a ninguna parte...
Si aún supiera dar besos de colores construiría un arcoiris de tu pelo, me colgaría de tus labios y estrangularía el tiempo, hasta que crecieran flores de tus brazos, y un manto de sabores de tus huesos...

Pero como ya no sé hacer nada de eso, mejor me quedo aquí, entre tus besos...

Como una hoja a una rama

"Se cayeron las hojas de los árboles, ya secas, ya marrones, como si de un frío invernal se tratase. Pero el sol brillaba alto, calentaba a fuego lento las miradas de los enamorados. Se dio cuenta de que no era invierno, ni tan siquiera otoño.
Las hojas abandonaban las ramas de su hogar. Pero no por frío, ni por viento. Sólo por deslealtad".

A la espera

Sueño con un mundo en el que sólo existamos tú y yo. Un mundo sin pasado ni futuro, un mundo en el que solo exista el presente.

Me siento sola, aquí a los pies de tu cama.
Me siento lejos, aunque me mires de cerca.
Me siento extraña, aunque sea la misma persona...

Parece que te espero cada día y cada noche. Parece que te espero y que no vienes. Sueño y me despierto y en un instante te he encontrado. Pero no me miras, pero no me tocas, pero no me rozas...

"Quiero desvanecerme en tus sueños y vivir allí para siempre..."

Nobody Knows

Cuando el mundo termine, y el día se convierta en noche.
Cuando el sol se apague y no quede nada que lo haga brillar.
Cuando la vida se transforme en muerte y el destino se cumpla sin más.
Porque cuando ocurra todo eso... Ahí estarás.

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Cuento de hadas

Creé un cuento de hadas y lo destruí. Creé un sueño por el que luchar y lo perdí.
Ahora no me queda más que alejarme en silencio, marcharme a algún lugar donde no me puedas encontrar, donde se me olvide amar. Debo irme lejos de aquí, camino hacia un destino donde puedas ser feliz, lejos de mí.

Saliéndome de mi órbita, abandonando mi sistema solar...

A cachos

Sentí como si se rompiese. Como si un gran huracán viniera arrastrando a su paso todo lo que encontraba, llevándose por los aires todas las esperanzas. Se resquebrajaba. Finas hebras brotaban por sus costados, mientras la humedad y el paso del tiempo la estaban destrozando. Las palabras fueron como agujas que se clavaron, que destrozaron su aroma. Ya no era fuerte y robusta. Todo el encanto de antaño se había ido deteriorando.

Y yo sabía que era culpa mía...

Cuerpos celestes

Me sentía atraída como los cuerpos celestes se sienten atraídos por sus estrellas. Algo similar debía sentir la Luna por la Tierra, o la Tierra por el Sol. Era una sensación de amplitud, de vacío, de magnitud... Pero sobre todo de atracción.
A veces, algún asteroide torpe e ingenuo pasaba por mi lado, y su fuerza gravitatoria intentaba alejarme de mi planeta. Pero, a la larga, desaparecía, dejando tras de sí tan sólo un débil polvo de estrellas. Su presencia fugaz era incapaz de turbar el impulso que me mantenía unida a aquel centro de gravedad. Un centro, que era indiscutiblemente mío...

De madrugada

- Si quieres algo déjalo marchar, si vuelve es tuyo, y si no, nunca lo fue.
- Entonces tú eres mía.
- Sí.
- ...
- Quizás sea yo la que tenga que dejarte marchar.
- Si me dejas marchar, no volveré.
- ...
- ...

Ángel de plata

Todos somos ángeles de una sola ala... Por eso, necesitamos abrazarnos a los demás para poder volar...


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Agonía

Paseaba entre un cúmulo de nubes, ascendida entre montañas. Se encontraba rodeada de recuerdos, de sus lagunas nostálgicas. Nadie podía despertarla. Se había sumido en un estupor tan grande, que las voces le llegaban como lejanos susurros de amor en vano. Estaba perdida, en medio de un desierto de ilusiones, sumergida en un mar de vidas pasadas, de sueños lejanos. Se ahogaba. Abría la boca para respirar, pero se le llenaba de agua. En medio del desierto, su boca estaba mojada. Bajo el mar, su lengua estaba seca. Se asfixiaba. Se intentaba abrir paso de un lugar a otro, a veces a brazadas, a veces a zancadas. Se le llenaban los pies de arena, mientras los peces jugueteaban alrededor de sus rodillas. "Me hacéis cosquillas..." El viento revolucionaba su melena, al tiempo que las algas se enredaban en sus muslos. Cada vez avanzaba más despacio, se enganchaba en cada roca, en cada duna, en cada coral de agua. Se ahogaba. Decidió cerrar los ojos y coger impulso. Desde lo más hondo de su ser, deseó salir a flote, deseó abandonar la sequía de su desierto. Dobló las piernas, saltó hacia arriba... Una medusa salió a su encuentro, mientras se pinchaba con las hojas afiladas de un pequeño cactus. Abrió los ojos. Estaba en casa, tumbada, llorando sobre la cama...

Me he enamorado...

Lo siento, no he podido evitarlo, tenía que hacerlo. Son tan guapas... Tan hermosas... Tan inteligentes y maravillosas... Cuando las veo, siento unas mariposillas en el estómago... Se me ilumina la cara, me sale una sonrisilla más tonta... Si viérais que profundidad tienen sus ojos... Qué ansias de volar desprenden sus palabras... Aún recuerdo la primera vez que las vi... Caras de enfado, risueñas, tímidas o nerviosas... Pero eran tan bellas... Sólo de pensar en ellas me pongo a suspirar. Si leyerais lo que escriben... Poesías, relatos, sueños tornados palabras... Son mágicas, son únicas, son mis chicas. Siempre han estado ahí cuando las he necesitado, y nunca me han juzgado. "Es difícil encontrar a personas que te quieran tal y como eres, a pesar de tus errores". Yo las he encontrado, y quiero gritarle al mundo entero que las amo. Ni el tiempo, ni la distancia, ni una licenciatura distinta me va a separar de ellas. Escribir es más fácil si entre todas conseguimos hacer un "muy buen titular", o una "muy buena entrevista". Ya no concibo la vida sin sus abrazos de piña, sin sus sonrisas mañaneras o sus besos de despedida. Me han enseñado a soñar, me han enseñado que "la moral" no existe. Existen los sentimientos, y la verdad. Yo quiero ser periodista a su lado.
"Jamás me enamoraré de una periodista", "Ni yo de un periodista"... Yo, me he enamorado de ellas

Al principio

Caminaba apresuradamente por la calle, el viento jugueteaba con sus cabellos, desprendidos del recogido que aquella mañana había intentando mantener con tanto tesón. El cielo estaba despejado, y empezaba a notarse la cercanía de la primavera. Se dirigía a su encuentro, a una de aquellas primeras tardes en las que todo era nuevo. Todo era especial y diferente, descubrían el mundo juntos. Paseaban entre los árboles, pequeño oasis rodeado de contaminación, pero que por aquel entonces constituía su mágico y maravilloso mundo. Otras veces se sentaban a charlar en un banco, mientras reían y se hacían carantoñas. Pero la mayoría de las veces se comían a besos en lo alto de una montaña. Aquella era una tarde igual que todas las demás. Ella aún no lo sabía pero estaba viviendo los momentos que más adelante se convertirían en sus más valiosos recuerdos. Soñar se había vuelto tan fácil... Sonreía feliz y despistada mientras a lo lejos podía distinguirle, inmóvil, anhelando su reencuentro. Que fácil era todo entonces...

Noches de verano

La noche lo envolvía todo. El susurro de las nubes y el silbido del viento acunaban su reflejo. Abrió los ojos. Todo aquello parecía poco más que un vago sueño. La habitación a oscuras, el calor humano, la luna cotilleando desde la ventana. Su pecho latía con fuerza. Sus manos temblaban de emoción. El cansancio quería sumergirla de nuevo en un profundo sopor que la apartara de sus cavilaciones. Con gran esfuerzo mantenía los ojos abiertos. Debían ser como las 5 de la mañana. Deseaba dormirse a su lado, pero tenía miedo de que al despertar todo se hubiera evaporado... Corría el verano de 2004 y ella era realmente feliz... Ajena a lo que la deparaba el futuro...

Echar a volar

Aquella noche los pensamientos fluían confusamente por su habitación, por su cabeza. Se entremezclaban y chocaban entre sí como una camada de perros desorientados. Las cosas a veces se complicaban demasiado... Xo ella sólo quería evadirse de todo, echar a volar, dejar de soñar cómo podría haber sido su vida y empezar a vivirla... Flotar en una nube, deslizarse tras una pared escondida en la que nadie pudiera encontrarla. Leer historias de amor que nunca terminasen, hacer el amor en el cielo de sus noches, saltar y brincar por donde quiera que volaran los corazones. Cantarle a la libertad, para desenredar sus manos de viejas ataduras. Deseaba correr campo a través gritando, y expulsar todo su odio, su rencor y sus dudas fuera de su cuerpo...

Para después volver a casa y poder ser ella misma de nuevo...

¿Recuerdos aquellos días? ¿Recuerdas aquellos besos? Los primeros de mi vida... Sólo tú fuiste el dueño de mis labios, de mis palabras de amor, de mis caricias y abrazos... El día que me dijiste lo que sentías fue el día más feliz de mi vida. En unas frías escaleras surgió nuestro primer beso. Yo nerviosa como un flan, tu delante mía, tan maravilloso como siempre, tan tierno y tan dulce y... Tan tú. Sólo tú... Me enseñaste lo que era el amor, me enseñaste un mundo que creía vetado xa mí, alejado de mi realidad y de mis sueños. Me demostraste que también había un sitio para mí... ¿Recuerdas aquella primera semana para los 2 solos? ¿Aquellas primeras noches? ¿Aquellos primeros sueños?... ¿Recuerdas el día que me dijiste te quiero? ¿La primera vez que desperté a tu lado?
Yo lo recuerdo como si fuera ayer... Y quiero seguir sintiéndolo cada día, cada minuto que paso contigo y sin ti. Quiero morirme de ganas de besarte, y comerte a besos cuando te veo... Quiero echarte de menos cada noche y cada día que no paso a tu lado... Quiero sentir que somos los únicos sobre la tierra cuando estamos solos... Que, como me dijiste una vez, los dos estamos dentro de una burbuja donde sólo existimos los 2...
Quiero volver a tener 17 años y descubrir el mundo contigo...

Brotes de nostalgia

Caminaba por el camino de la desesperación. Subía y bajaba montañas de anhelos. Surcaba los cielos atravesando las frágiles nubes. Se imaginaba a sí misma perdida entre las sábanas, sin tener k despertarse por las mañanas, durmiendo hasta la tarde y soñando despierta todas las noches. Y al volver en sí se percató de que nada de aquello era real. Miró por la ventana de su nueva habitación. Era una costumbre que había adquirido en las últimas semanas. Miraba y observaba a la gente pasar, mientras distraía sus frágiles pensamientos con el tenue murmullo de cuando nada se escuxa. De nuevo, volvieron a su mente los pensamientos más tristes. Siempre que miraba por la ventana terminaba acordándose de lo mismo. Y las lágrimas asomaban a sus ojos.
Pero a veces le pasaba mientras leía un libro. Un libro de historia, por ejemplo. Sin saber por qué, una frase le recordaba a ella, a un día, a una vieja situación. Como el día en que fueron a comprar un radiocassete. Y luego tomaron un helado por las calles de Madrid. Aquel día recordó a su madre bella y cálida, alumbrada por el sol estival.
Y hacía poco había venido a su memoria otro verano, muchos años atrás, cuando ella cumplió 4 años. Es curioso como aquel día se había quedado grabado en su memoria. Aquella frase demasiado racional para una niña, y la luz que penetraba en la habitación aquella mañana, iluminando a su madre como si fuera un ángel. Recordaba esa breve escena, cuando ayudaba a su madre a estirar las sábanas y a hacer la cama. Apenas unos segundos, tan sólo una frase. Pero la imagen... una imagen nítida y brillante de su madre iluminada por una claridad casi celestial...
A veces se acordaba de esas cosas caminando por la calle, sola, cuando volvía de la universidad. Algunas veces olvidaba por un momento que en realidad no se dirigía a su hogar, sino a su nueva casa. Y de golpe la despertaba la súbita sensación de que no era así. Y se estremecía de dolor, y de frío, y su piel se volvía de gallina mientras sus ojos brillaban. Y otras veces, cegada por el deseo, creía ver a su madre caminando a lo lejos, con un chaqueetón negro, con el pelo rubio, con ese compás suyo al andar... Pero al acercarse la realidad volvía a quebrar sus vagas ilusiones, ilusiones irracionales, pero ilusiones. Ella ya no respondería a sus llamadas...


Se había hecho de noche. Ahora la ventana reflejaba las calles oscuras, iluminada no por las mágicas estrellas, sino por las deslucidas farolas. Pero el efecto era el mismo. Las estrellas en el cielo se asemejaban a pequeñas gotas de lluvia. Y las farolas... bien podrían ser las lágrimas más amargas de la desesperación.

Por la calles de Madrid

A veces camino y siento que tú caminas conmigo. Que eres mi ángel de la guarda, que me proteges de noche y me acompañas de día. Siento tu presencia a mi lado, que se me clava en el alma. Un escalofrío que recorre mi piel y es como una caricia de tus manos, como un beso en la mejilla, como antaño. A veces camino por las calles de Madrid y siento que me acompañas. Te hablo y a veces sé que me escuxas. Otras creo que sólo son imaginaciones. Ojala hubiera algún modo de comunicarme contigo, de que me pudieras contestar. Me conformo con soñar contigo cada noxe, con ver tu rostro en cada foto, con besarlo tiernamente cuando vengo a casa. Pero sé, que de un modo u otro, caminas a mi lado...

Pasado

Y el alma
pesa como si fuera de acero.
Y el corazón
pesa como si fuera de piedra.
Y mi vida
pesa como si fuera de plomo.

Se me escapan
susurros de voz en el viento.
Se me pierden
aromas de sed y de aliento.
Se me nubla
la vista cuando me acuerdo.
Se me ciega
el alma de tanto tormento.

Abrazo infinito

Y es un beso, lo que se amontona en mi memoria. Y es un alma, que se escapa a cada gesto, a cada recuerdo perdido de miradas melancólicas bajo tu aroma... Allí, los dos solos devorándonos el alma a cada caricia, absorviéndonos la piel... dulce como el melocotón. Y es el sabor de una fruta lo k se amontona en mi memoria, porque cada beso de tus labios es una fresa envenenada de placer y de angustia por no poderte tener del todo... Y la respiración acompasada se detiene ante tus ojos, se acelera cuando me besas y estalla dentro de mi ser cuando me tocas. Y a solas en mi habitación recuerdo con nostalgia esos momentos, que me inundan de placer, de satisfacción por tenerte junto a mi, por despertar a tu lado en un mundo sin fronteras y sin fin...

Tú y yo

Te deseo
Tu pecho sobre mi pecho
tu mano sobre la mía
tu cuerpo absorviendo al mío
tus labios sobre los míos
Un abrazo eterno, infinito...
Q tus brazos no se separen nunca de mi pecho!!!
Q mi aliento no se aleje de tu cuello..
Q mis besos y los tuyos nos arrullen xa siempre
en una noche infinita
oscura triste y sin luna
pero felices, porque estamos juntos
felices, porque nos amamos...

Palabras de papel (3 marzo 2005)

Palabras de papel
en un sueño oscuro
susurros inocentes
en un mar de llanto
Y te siento
aki tan dentro
Dentro de mi alma
de mi espíritu incansable
de mis sueños e ilusiones
eres tu
la luz k me guía
x la noche negra
y x el claro día
no te vayas
k te pierdo
no te alejes
k me muero
Y es un susurro lejano
en noxe cerrada
en un oscuro boske
radiando bajo la luna
En mis labios
en mi alma
te siento xa no perderte
te añoro xa sentirte
y aki, con mi corazon a oscuras
en un sueño imposible
en un sueño incomprensible
en la vida de los 2
soñando a oscuras en mi habitación
llorando mientras abrazo mi corazón
desconsolado xk te has ido
desconsolado xk te he perdido
¿Y si es así?
Me muero en este instante
¡No te vayas de aki!
k me pierdo en un tormento
y las nubes en el cielo
vienen sobre mi a caer
El miedo, el pavor, la incertidumbre
Y aki, a solas con mi soledad
me abaraza el alma
tu recuerdo, tu presencia
me abraza el tiempo
el miedo
la soledad...
Estoy aki, sola en mi angustia
Aki soñando con tu mirada
Sola.
Las palabras retumban en mi cabeza
retumban en las paredes de este cuarto
Sueñor rotos, quebrados
Alma hecha jirones
Pero te espero
en esta soledad
se k volverás
si esk algun dia te has ido
se k me kerrás
si algun dia dejaste de hacerlo
Y aki sola, escribiendo
PALABRAS DE PAPEL, en una hoja
manida, gastada x el tiempo
xo firme. Como mi alma...
...y mi tormento